"El Mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños" Paulo Cohelo.


lunes, 10 de marzo de 2014

...

El jueves acaba...y hace una semana que te perdí, por voluntad propia, por obligación, te alejé de mi. Tu esencia invade desde entonces mis pensamientos, tus sonrisas y caricias recorren mis sueños.  Quisiera que supieras cuánto te extraño, que supieras el dolor que aparece en mi pecho como una daga atravesando el alma y como no encuentro el aire suficiente para respirar. Quisiera gritar a los cuatro vientos cuánto te amo, pero tomé una decisión, tomamos un camino con el que debemos vivir, o al menos darnos la oportunidad de intentarlo, nos debemos eso. 


Aun así cierro los ojos, y sin darme cuenta entre suspiros estoy en la Fontana di trevi, es medio día y el sol se refleja en las estatuas de mármol blanco bañadas por el rocío del agua . He cogido el primer vuelo y me he adentrado por las antiguas callejuelas de Roma. Me hubiera gustado encontrarte a la luz de la Dolce Vita, pero aun en mis sueños soy demasiado realista, quizás porque espero que algún día se cumplan... Pregunto como llegar al coliseo, y un amable señor de cabellos blancos me indica con un par de gestos el camino a seguir. A cada paso mi pulso se acelera, y mi mano tiembla, ni sujentándola con fuerza soy capaz de parar. Giro la esquina y la silueta inacabada del coliseo aparece ante mi, mi corazón parece estallar, ya no cabe en mi pecho y se acelera sin remedio, pero mis pies también avanzan con rapidez, parece que tienen claro donde estás. Me cruzo con una gran marea de gente, pero me siento tan sola en ese instante...podría haberte llamado, haberte avisado de esta visita, pero ya sabes, soy de grandes gestos, gestos que salgan como salgan las cosas, quiero que sean recordados. Estoy a pocos metros del coliseo y empiezo a ver a los primeros trabajadores, jóvenes y estudiantes intentando ganar algo de dinero, alguno se me acerca...podría preguntarle por esa morena de piel cálida que ando buscando...pero prefiero mantener esta intriga unos segundos mas...y barro con mi mirada cada rincón buscándote.  El día es cálido, y el sol, a punto de ponerse, deja pasar sus últimos rayos de luz a través de los arcos del coliseo. Parece que he mirado en todas direcciones miles de veces y empiezo a pensar que no te encontraré, mi cabeza, a punto de caer presa de la tristeza se para de repente, una voz familiar a lo lejos, no puede ser...mi cuerpo, petrificado por el miedo se gira lentamente, a mis pulmones solo llegan pequeñas cantidades de aire fruto de exhalaciones incontroladas. Me quedo buscando la dueña de esa risa tan tonta, mis oídos te oyen pero mis ojos no te encuentran...cuando de repente, detrás de un grupo de turistas, apareces, apareces tú y empiezo a sonreír. Me quedo ahí, sonriendo sin mas, disfrutando de esa sonrisa a lo lejos, esperando que te percates que alguien te mira, que yo te miro. Y ahí estás, nuestras miradas se encuentran, tú no te lo puede creer, he venido, estoy aquí, y las dos nos damos cuenta del maravilloso instante que no quisiéramos que terminara...estamos aquí, ahora y en este momento. 
Tras unos segundos que nos parecen eternos, ambas comenzamos a correr hacia la otra, la distancia es eterna y al encontrarnos, tras una mirada llena de amor...nos fundimos en un abrazo lleno de pasión y cariño.  Sin poder evitarlo mis manos rodean tu cintura, me pierdo en tus ojos, y te beso con esa pasión que tan bien recordamos... 


Pero un ruido me sobresalta, y el dolor en el pecho que había desaparecido me vuelve a invadir. Abro los ojos y miro la pared de mi habitación entre la que me perdí hace unos minutos. No se porque cerré los ojos, y no se porque me puse a escribir, supongo que pensé que las ideas y los sentimientos podrían ser la causa d esa presión en el corazón, y que debía dejarlos salir...o quien sabe, quizás solo pretendía encontrar algo de esperanza, quizás algún día el sueño se haga realidad, o quizás el tiempo lo cure todo...y solo habrá que esperar.

sábado, 31 de marzo de 2012

ILY


AMISTAD… una palabra que realmente todos conocemos, pero ¿qué significa realmente? O mejor dicho, ¿qué significa para ti? Hoy en día, la palabra amistad ha conquistado la frontera y dominado las tierras que hace años ocupaba el vocablo “conocido”.

Hoy en día, se gasta la palabra amistad para todo tipo de personas, quizás porque parece de mala educación decir “te presento a mi conocido” o bien porque creemos que cuántos más amigos tengamos mejor nos sentiremos pues habrá más gente que nos “quiera”.

La verdad, es que es difícil identificar a los amigos, y son éstos mucho más escasos de lo que en la juventud creemos. Con la experiencia y la edad, he aprendido mucho sobre este tema, muchas veces por malas experiencias, pero al fin y al cabo, experiencias que me han ayudado a valorar, mucho mejor, las personas que realmente están a mi lado.

Si me paro a pensar adjetivos, la amistad puede ser traicionera, devastadora, pero también sorprendente y muchas veces silenciosa. Sí señores, silenciosa. Y es la expresión de ese silencio lo que hoy inspira estas líneas, lo que mueve hoy mi mano. Y no porque alguien en particular me haya demostrado nada, como muchos de ustedes puedan pensar, sino porque al fin, después de mucho tiempo, le he podido demostrar a alguien lo que significaba para mí.


He podido no dormir, pasar frío, aguantar el cansancio o los momentos incómodos por alguien, por una amiga, que hacía tiempo, o quizás nunca, me pedía nada. Puede que este texto sea un poco egoísta, pues muestra lo bien que me sentí al ser de ayuda, o mejor dicho, al demostrarle que era capaz de cualquier cosa porque ella fuera feliz.

Puede que escriba esto, para recordarle, que si vuelven a pasar 10 años sin necesitar mi ayuda, aun así sepa que estaré ahí, pero que intente hacerse notar, que de verdad se le echaba de menos. Puede que escriba para que sepa, que cuando no es feliz, yo no lo soy, o cuando lo pasa mal me preocupo, pero también que cuando sonríe e irradia felicidad, consigue hacerme feliz, aunque esa sonrisa no la haya provocado yo.

Sea por lo que sea por lo que escribo, quiero que sepas, amiga, que pasaría mil y un momentos más incómodos con mucho gusto, si es para ayudarte.

Porqué quiero verte sonreír, aun cuando no te veo, te quiero!


lunes, 29 de agosto de 2011

l'aube

Agosto termina, y a medida que las tormentas de septiembre empiezan a llegar, la mayoría de las vacaciones se acaban, la gente vuelve a su casa, los estudiantes a las aulas y las familias que se habían reunido, se despiden hasta el año próximo.

Todos y cada uno de nosotros volvemos a nuestra “realidad”, a nuestras obligaciones y por nuestras obligaciones nos despedimos de lo que más queremos, sean lugares o personas.

Y yo, aunque mañana me despediré de uno de los lugares que más quiero, hoy he dicho adiós, o más bien, hasta la próxima, a una de las personas que más admiro.

Y es que en nuestra vida nos cruzamos con personas de todo tipo, cada una de ellas nos ayuda a crecer de algún modo. A unas las elegimos, pues escogemos a nuestros amigos, pero hay otras, las de la familia, que son las que son, pues ya estaban aquí cuando vinimos al mundo.

Yo, personalmente, no me puedo quejar, pues las tardes de risas, las pachangas familiares, y el cariño que recibo demuestran y corroboran la suerte que tuve. Y aunque soy feliz en el lugar que me ha tocado, todavía podría serlo más si la distancia con ciertas personas no fuera tan grande: ¡quién tuviera una de esas puertas mágicas de doraemon!

Hoy me despedí de una de esas personas con la que me separan xxx kms, hoy me despedí de una mujer a la que admiro y aprecio. No muchos son los momentos que compartimos juntas, pues mucha es la distancia, pero aunque estos escaseen, siempre puedo mirar atrás y ver aquel amanecer de hace unos años, los paseos por Barcelona, esos masajes eternos o su cara de alegría al verme aparecer, de sorpresa, por detrás del coche.

Y si cierro más los ojos, si me concentro todavía más, puedo alcanzar a ver ese viaje por el norte con rutas entre verdes prados y amaneceres con el mar como horizonte, veo esos años trabajando en Barcelona compartiendo el día a día, alcanzo a ver mi boda e incluso el nacimiento de mi hijo…y sé que ella, cuando lleguen esos momentos, estará ahí, porque al menos yo, desearía que así fuera.

La vida nos puso a unos cuantos quilómetros de distancia, pero también la vida hizo que estuvieras en mi camino, y aunque durante la mayor parte del año sea imposible, solo necesito un segundo para mirarte a los ojos, para cruzar la mirada y ver la ternura y el cariño que hay en ti.

Porque ya te echo de menos, porque eres una de esas personas imprescindibles en mi vida, quería que supieras cuanto te quiero.

domingo, 2 de enero de 2011


Ya te había olvidado, ni me embriagaba tu esencia ni me impregnaba tu aroma. Te habías alejado, te había abandonado, te había superado. Ya no suspiraba por tus movimientos, ya no soñaba con tu compañía, y de repente vuelves a aparecer, como contra un muro macizo impacto, como una valla inmensa en el camino no puedo evitarte.

Y vuelvo a soñar, vuelvo a suspirar. No es justo lo que la vida hace, no es justo que no podamos estar juntos.

Tú no me echaste de menos, pues muchos otros amantes suspiraron por ti, no me echaste de menos pues mucho cuerpos se movían a tu ritmo. Pero yo sufrí cada vez que alguien seguía tus movimientos, moverse al son de tus compases, y compartir las sensaciones más pasionales que jamás conocí. Sufrí cada cm separada de tu ritmo, soñé cada noche que nos movíamos bajo la luna y desperté cada mañana con una lágrima indicándome que ya no estabas a mi lado.

Pero la vida ha hecho que nos volvamos a tropezar, en el momento menos oportuno mis pies se han vuelto a enredar en ti y ahora solo pueden moverse guiados por tus compases. Soy realista, sé que no podemos estar juntos ahora mismo, que tú y yo tendremos que sufrir como sufren los amantes que relatan tus historias, pero te prometo, mi argentino que algún día te encontraré, te prometo, tango mío, que algún día volveré.

jueves, 21 de octubre de 2010

envidia sana...

[ya que todavía no soy capaz de escribir con tanta inspiración, no puedo hacer más que rendirme ante palabras tan bien enlazadas, sentimientos tan bien expresados y sensaciones catalizadoras de sonrisas... ]

Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos.

Y hablando de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.

Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.

Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.

El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón.

No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú.

Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios.

Tampoco acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.

Para a acabar, te he deja do un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión.

Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson.

El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar, y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.

Dime que tienes toda la vida, y voy pidiendo presupuestos.

Dime que intentaremos toda una vida e iré encofrando mis nunca más.

R.M

sábado, 25 de septiembre de 2010

...un anhelo...

...una sonrisa...

...una mirada...

...me pierdo cada vez que nuestras miradas se cruzan, desaparece el aire, se estremece mi pecho, me pierdo en ti...y tú me regalas cada día algo que yo nunca me podria regalar de la misma manera, algo que no entiendo, pero sin lo que no puedo vivir, me regalas una sonrisa, esa sonrisa, tan furtiva siempre, que sin darme cuenta aparece en mi cara y que al descubrirla, crece inevitablemente.
Y soy entonces, como esa niña con un caramelo nuevo, que no quiere esconderlo al mundo, pero que al mismo tiempo, no quiere compartilo, pues sabe que en la complicidad está la belleza que tanto anhelamos...

lunes, 6 de septiembre de 2010

Dicen que en este mundo no hay sitio para los dos, que tú y yo no podemos convivir, que no tiene sentido que yo esté aqui si tú ya existes.

Pero yo no estoy de acuerdo, somos como como el ying y el yang, pues cada vez que vos triunfa, en alguna otra parte de este planeta yo resurjo con más fuerza, dispuesta a combartirte.
Siempre habrá quién se ponga de tu parte e intente debilitarme con guerras, hambre y muerte. Pero no podrán conmigo mientras viva en el corazón de cada niño.


Y es que, siento decirte, compañero, que tienes las de perder, pues está, en la naturaleza del ser humano, desechar de sus recuerdos todo lo oscuro ya vivido.
De manera, que al mirar atrás, solo se acordarán de mi, de la ilusión que les hizo estremecer en cada gran momento de sus vidas, dejándote a ti, desolación, en un abismo frio y oscuro.